Saludos, Tony Curtis, el rompecorazones de belleza arrebatadora que fue capaz de dejar atrás aquella imagen de galán para convertirse en una figura indispensable del Hollywood dorado, explotando su vis cómica y su talento dramático en más de un centenar de películas, falleció ayer en Las Vegas a los 85 años a causa de un paro cardiaco. Jamie Lee Curtis, hija del actor y de Janet Leigh, la primera de sus seis esposas, fue quien anunció su muerte. «Mi padre deja un legado de interpretaciones geniales en las películas y una gran labor con sus pinturas y escritos. Deja atrás a sus hijos, sus familias y a su esposa, que le amaban, respetaban y le eran devotos. También a sus admiradores en todo el mundo. Le echaremos mucho de menos», manifestó.
Curtis, candidato al Oscar al mejor actor por «Fugitivos» (1958) por encarnar a un convicto racista que escapa de la cárcel junto a un reo negro, interpretado por Sidney Poitier, siempre será recordado por su papel de travesti en «Con faldas y a lo loco» (1959), donde formó con Jack Lemmon una de las parejas cómicas más brillantes de la historia. En «Con faldas y a lo loco», considerada la mejor comedia del siglo XX por el Instituto del Cine Americano, Curtis cortejaba a una Marilyn Monroe en todo su esplendor, y culminaba su conquista con un beso. El actor, que tuvo que repetir cuarenta veces la toma porque la Monroe no era capaz de decir correctamente el diálogo, contó luego que para él fue como «besar a Hitler».
La carrera de Curtis nunca fue respaldada por un Oscar, a pesar de actuaciones tan memorables como la de su Albert DeSalvo en «El estrangulador de Boston» (1968). Ese fue un momento de inflexión para él. Decepcionado se sumió en las drogas y el alcohol, pero hasta entonces había reunido un ramillete de películas irrepetibles, primero como galán romántico y luego, a partir de «El dulce sabor del éxito» (1957), con Burt Lancaster, con interpretaciones de más profundidad.
Fuente:lne.es
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